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El fin del trabajo En un artículo anterior
comentamos situaciones laborales donde el empleado se encontraba insatisfecho debido a la
incongruencia entre su perfil laboral y la descripción del puesto que ocupaba. También
mencionamos que estas descripciones forman parte de los requisitos para aprobar los
programas de ISOs y otros de certificación. Sin embargo, en varias plantas
manufactureras este requisito sólo existe por escrito, sin estar implementado en piso o
sin ser del conocimiento de los trabajadores, quedando archivado hasta la nueva revisión.
Simplemente es parte de un requisito para la certificación. Haciendo un breve repaso a
los procesos de descripción y el análisis de puestos practicados en la actualidad, entre
los modelos más comunes se encuentran los descritos en los libros de administración de
recursos humanos que se enseñan en muchas universidades de Latinoamérica,
particularmente el de W. Sherman, Jr. y George W. Bohlander (México: Grupo Editorial
Iberoamérica, S.A. de C.V., 1994) o el de Arthur Sherman, George Bohlander y Scott Snell
(11ª edición, México: International Thomson Editores, 1999). No obstante, uno de los
textos que parecen más sencillos y prácticos es el de Administración de Personal
y Recursos Humanos, de William B. Werther, Jr. y Keith Davis (4ª ed. México:
McGraw-Hill), especialmente el capítulo 4: Análisis y Diseño de Puestos, donde se
destaca el equilibrio adecuado entre la satisfacción del trabajador en su puesto
(elementos conductuales) con la eficiencia. Básicamente los autores
sostienen que cuando el especialista considera los elementos conductuales que
influyen en el diseño de puestos, se inclina por añadir más autonomía, variedad,
identificación, significado de la tarea y retroalimentación. La eficiencia, en cambio,
exige más especialización y menos variedad y que se conceda un mínimo de autonomía.
Así, llevar al máximo posible los elementos que conducen a un alto nivel de eficiencia
puede ocasionar el detrimento del nivel de satisfacción que buscan ciertos puestos y
viceversa... Considero que aquí están
los conceptos primarios para el nuevo análisis y descripción de puestos, pero todavía
es una respuesta incompleta. Me pongo a pensar si un listado de pasos será suficiente
para elaborar este nuevo proceso y las evidencias en mi entorno laboral me confrontan con
una nueva y terrible realidad. Tomemos el caso de la
industria maquiladora en Nuevo Laredo, Tamaulipas, México, por ejemplo. Por
maquiladoras entendemos plantas manufactureras subsidiarias de corporativos
estadounidenses, cuyos productos son transformados o ensamblados en productos terminados y
que son enviados de vuelta a los Estados Unidos para su venta y distribución mundial.
Según datos recabados en diversas fuentes, aquí en Nuevo Laredo existen 65 plantas que
emplean a 27.200 trabajadores. En este año, esta fuerza de
trabajo se ha visto reducida en un 40 por ciento aproximadamente, y la industria
maquiladora sigue realizando recortes paulatinos de personal. Se estima que el número de
las personas que se han quedado sin empleo fluctúa alrededor de 10.800. Aquí no analizaré las
causas del desempleo, sino su impacto en los análisis de puestos y las descripciones de
trabajo. ¿Qué ha pasado? Simplemente que el concepto tradicional, así como la
aplicación de los análisis y las descripciones, se han colapsado. Ante esta realidad, la
solución lógica podría ser realizar un nuevo análisis y rediseñar las descripciones
de puestos incrementando las cargas de trabajo, la responsabilidad y los horarios de
trabajo a quienes aún permanecen en la empresa percibiendo el mismo salario. Para seguir operando, las
industrias han conservado, a veces intactos, sus Manuales Master de análisis y
descripciones de puestos como lo marca la norma de certificación, esperando que mejore la
economía y que esas vacantes se vuelvan a ocupar. Además, las funciones descritas por
puesto se han traslapado y amalgamado. Así, las descripciones de puestos se han
convertido en indescifrables collages. En muchas ocasiones he
manifestado que mientras algunas teorías y principios administrativos van adelantados 50
años, en la práctica una gran mayoría de los sistemas administrativos/gerenciales que
operan en la actualidad tienen de 50 a 80 años de retraso. Según Idalberto Chiavenato
en su Introducción a la Teoría General de Administración (5ª ed.
Colombia: McGraw-Hill, 1999) particularmente en el Capítulo 3: Enfoque Clásico de la
Administración los orígenes del análisis y la descripción de puestos se remontan
a 1911 y, aunque esta aportación ayudó a sistematizar el trabajo e incrementar la
eficiencia, este procedimiento, al igual que otros importantes conceptos taylorianos, no
ha sido adaptado a los cambios que ha padecido el diseño organizacional en las últimas
décadas, en las cuales el concepto del trabajo ha evolucionado notablemente debido a
factores del medio ambiente más que a la decisión o la necesidad de cambio de la clase
gerencial. Sobre este tema, existe un
interesante y visionario artículo escrito por William Bridges titulado The End of
the Job (el cual es un extracto de su libro Job Shift publicado por
Addison-Wesley Publishing, Co. New York, 1994) que apareció publicado en la Revista Fortune el 19 de septiembre de 1994. En él,
Bridges sostiene que en el año 2000 es muy probable que la mitad de nosotros
estaremos trabajando semanas de 60 horas mientras el resto de nosotros esté
desempleado. Y va más allá al afirmar
que lo que está desapareciendo no son solamente un cierto número de empleos en ciertos
sectores industriales o en algunas partes del país, sino la esencia misma del trabajo
como actualmente se le conoce. Bridges señala que las condiciones que crearon los
empleos hace 200 años la producción en masa y las grandes organizaciones
están desapareciendo, y que en una economía rápida los trabajos son
soluciones rígidas a un problema elástico, debido a que su diseño actual
recompensa a los empleados por hacer sus trabajos en vez de hacerlos porque
realizan las actividades necesarias para lograr mayor eficiencia. Esto es lo que caracteriza a
las organizaciones que aún funcionan bajo el paradigma del trabajo según lo estipulado
en el análisis y la descripciones de puestos tradicionales en contraste con lo que
Bridges denomina las organizaciones des-empleadas, por así decirlo (en
inglés las denomina the post-job or de-jobbed organizations). Según su planteamiento,
estas organizaciones des-empleadas han eliminado las descripciones de puestos
por
persona y operan sobre la base de proyectos realizados por equipos de
trabajo temporales y multidisciplinarios, integrados por personal con habilidades
multifuncionales de planta, temporal y/o externos. Estas empresas contratan al personal
adecuado en vez de hacer encajar candidatos con descripciones de puestos
tradicionales. Además de la estructura
organizacional basada en equipos por proyecto, Bridges sostiene que las organizaciones
des-empleadas (que no usan descripciones de puesto restrictivas para cada
empleado) contarán con horarios flexibles, sistemas de compensación totalmente
innovadores, programas de capacitación permanentes, fuerza de trabajo multifuncional y
semi-autonóma, además de la eliminación de los mandos intermedios. Estas nuevas organizaciones
que han comenzado a ocupar trabajadores sin descripciones de puestos parecen compartir
cuatro características esenciales, según Bridges: 1) alientan a los empleados de todos
los niveles a tomar decisiones antaño reservadas a los gerentes; 2) proporcionan
información que requieren los trabajadores para tomar dichas decisiones; 3) cuentan con
programas de entrenamiento para entender las cuestiones financieras y de negocios que
originalmente se proporcionaba únicamente a los altos ejecutivos; y 4) han implementado
un programa de reparto de utilidades remunerativo y equitativo. Aunque las teorías de
Bridges fueron escritas hace 6 años y ya hemos trascendido al nuevo siglo, la realidad
laboral es demasiado evidente. El diseño del trabajo se está desestructurando, las
descripciones de puesto tradicionales se han colapsado y los dinosaurios corporativos se
están extinguiendo. Las nuevas organizaciones que
sobrevivan estarán estructuradas en pequeñas unidades de negocios (SBU), flexibles y
semi-autonómas, integradas por equipos multidisciplinarios de proyectos específicos,
dando paso a nuevos conceptos y prácticas para realizar el nuevo trabajo. Día a día somos testigos de
cómo la naturaleza del trabajo en sí se está transformando, no debido a la deliberada
elección humana, sino a los factores del medio ambiente externo. Gracias a ellos, la
esencia misma del trabajo está siendo fuertemente cuestionada, su estructura rediseñada
y su concepto redefinido. Esperamos que el impacto de
los factores del medio ambiente como la recesión, la globalización, la libre competencia
de mercados, la dependencia excesiva en otros mercados y los costos de operación sobre
las organizaciones grandes y pequeñas, produzcan cambios mejores en el ambiente laboral. Sea cual sea el origen de
estos cambios, el trabajo, como hasta ahora lo conocemos, no será igual. Ojalá este
cambio le dé significado y sentido para que en realidad el trabajo sea fuente de
satisfacción y autorrealización en la nueva cultura laboral. |
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