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FULL HOUSE

Corría el año 1993.

En el departamento que arrendaba frente al cerro Sta. Lucia, presentaba un Performance basado en la novela de Simone de Beauvoir " La mujer rota"

El aviso del diario La Nación, Teatro Intimo, atraía a personas de diversa índole, que reservaban su entrada por teléfono. La función comenzaba a las 8 de la noche. Una joven vestida de negro, ojos expresivos y sonrisa amplia, recibe a los espectadores. Los conduce a su asiento que son las sillas de la casa, el sillón del living o un cojín improvisado. Con 10 personas comenzábamos y mi anfitriona me avisaba que estabamos listos para empezar. La frase clave era Full house. O sea, la Sala está repleta. Se apaga la luz y en la oscuridad se sienten pasos y una silueta, la mía, se refleja en la penumbra. La figura se viste rápido, saliendo y entrando al baño, que puede ser visto desde los distintos ángulos del living. Me arreglo, vestida como alguien que va detrás de algún trabajo y cuando estoy lista, salgo del departamento, y cierro la puerta, detrás de mí. Silencio. En la oscuridad, mi publico, escucha los ruidos de la calle, cualesquiera que sean y al azar de la ciudad. Nadie entiende nada. Pocos minutos después, un tiempo que al espectador, le puede parecer largo, el sonido de llaves, abriendo una cerradura, indica que la obra prosigue. Es la puerta del departamento. Entro, despacio. Enciendo un cigarro y saludo a mi perro. Luego voy a mi cuarto y prendo la televisión. La gente sentada, escucha el noticiero de las 9. No lo ve. El tiempo transcurre. Enciendo la grabadora, mensajes grabados a propósito. No todos. Alguien que ha leído el anuncio de Teatro Intimo, deja susurros o garabatos. Prendo la radio. La cambio de frecuencia y un ruido insoportable que acompaña la soledad de la silueta, se hace sentir. Llamo al almacén de la esquina, que por favor envíen queso y pan. Luego pongo un cassette. El bolero de moda, Inolvidable, que canta Luis Miguel y todo Chile escucha, me da la partida para la primera escena, espectáculo.

Frente a la luz tenue de una lámpara antigua, me pinto los labios, color rojo fucsia. Descuelgo un cuadro, y la pared blanca salta a la vista. Aprieto la boca contra la pared y dejo huellas rojas pequeñas, por todo el rectángulo iluminado.Tomo al perro, en brazos y bailo con él, que me acompaña perfecto sin ladrar. Le gusta la sensación de estar en el aire. El timbre suena. Voy a abrir, es el almacenero, el queso, el pan. Le cancelo, se va. Nuevamente voy a mi cuarto, espacio invisible para el espectador. En la televisión busco alguna película. Los personajes entrarán a participar en el Performance. Depende lo que se esté hablando, lo que respondo. Tengo miedo, dice la actriz protagonica. Yo también respondo. Y una música de terror, se siente, porque parece que la van a matar y salgo arrancando.

Y así cada día se va formando una historia diferente, donde la realidad y la ficción se fusionan, provocando, extrañeza.

Por la mitad del Performance, abro un baúl rojo, que esta en el living. Saco disfraces, cartas, fotografías. En algún momento, me meteré dentro y haré una escena iluminada con velas. Un texto escrito especial para el trabajo se escucha grabado: "Cuando el pianista toca esa melodía, me acuerdo de lo que no tengo.

¿Que es lo que no tengo? Cardenales rojos alrededor, techos antiguos, sonido de caballos pisando el empedrado. Se, que poseo el ruido estridente de la calle.

A veces, efectivamente, las sirenas de las ambulancias se pueden escuchar y todo eso, hará más real la atmósfera producida. Sé ira desarrollando una trama donde la soledad es más protagonica que yo. Al final del Performance, salgo hacia la terraza, que desde el living parece sin fin. Es la incógnita del suicido. Solo que me paso a la casa del lado por la barandita que los espectadores no alcanzan a ver. No vuelvo a aparecer y toda la gente en silencio.

Muchas veces, me pregunte, acerca de ese silencio. ¿Sería, que el espectador se veía a sí mismo entrando a su casa y sintiéndose tan solo como yo? No lo sé. Después la joven de negro sirve un vaso de vino. Yo vuelvo, saludo y los asistentes se quedarán sin moverse. Conversaremos hasta tarde, sobre aquellos temas que aparecerán según lo avanzado de la noche.

Si, la gente, se quedaba allí, como habiendo encontrado un lugar propio y virtual.

Era el mes de Mayo y hacia frío.

Una tarde que me preparaba para hacer mi trabajo, sentí ruidos de sirenas en la calle. Deben haber sido las cinco. Desde el séptimo piso, vi, lleno de carros policiales abajo. Me enteré que habían entrado en la oficina del tercer piso, llevándose objetos de valor.

Comenze, mi trabajo, como siempre a las 8. Full House. La escena del baúl rojo, estaba comenzando, cuando me interrumpió, la llegada de tres carabineros, que entraron por la terraza, como si nada.

Hombres altos, más de lo común, como de alguna brigada especial. No se porque no me sorprendí. Este es un espectáculo, dije y cerré la tapa roja. La escena siguiente la protagonizaron, los recién llegados y mi público. Los tres hombres pidieron los documentos. Pero para aquellas personas sentadas en el living de mi casa, ellos eran actores disfrazados, parte de la obra, y por lo tanto, los miraron como tal. Nadie absolutamente nadie, los vio como le que en realidad eran, y por supuesto nadie, les mostró documentos.

Yo que había levantado la tapa del baúl, despacio para ver lo que sucedía, l os vi, entrando en mi cuarto, revisando debajo de la cama, adentro del closet y luego en el baño. Nunca supe si éstos hombres se dieron cuenta de lo que allí ocurría. Desconcertados, se encogieron de hombros y uno de ellos dijo: está buena la fiesta.. La tapa del baúl, levantada y una flor roja adornando mi cabello, los despidió.

¿Que había pasado? No importa mucho en realidad.

A raíz del robo, buscaron a los delincuentes por todo los departamentos y entraron al mío por las escaleras de incendio. Extrañamente, mi público al final del performance no se acordo de los tres actores y cada quien pensó lo que quiso.

La obra, La mujer Rota era parte del Festival de Teatro de las Naciones, realizado en Chile y lo presentaba en mi casa, a falta de teatro. Resulto un éxito, ya que el living daba máximo para 20 espectadores y siempre había Full House.

Vicky Larrain 1999

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