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Agregar recursos | Colaboraciones y Sugerencias Los cuentos de Carlos Fierro Sólo palabras De repente, poco antes de morir, cayó en la cuenta. Aquello que le habían contado no tenía el menor aspecto de ser cierto, y efectivamente no debía de serlo, es más, ¡no podía serlo! ¿Cómo no se habría dado cuenta antes? ¿cómo demonios llegó a creer una sola palabra de semejante cuento? ¿por qué se vio envuelto en todo esto? Quiso creer, sí, realmente quería creerlo, pero ya no podía más, agonizaba y buscaba una razón a todo aquello que no encontraba. Se sentía ahora engañado, un pobre imbécil que se había dejado seducir por esperanzadoras palabras. Se sentía rabiar por haber sucumbido a una mentira tan hermosa, tan hermosa que le cegó por completo. Y no cabía la vuelta. Atrás quedaba toda su vida, esa que se le escapa entre lamentos. Lo había dejado todo persiguiendo una ilusión, una fábula y se encontraba ahora, moribundo, en lid con la muerte, como otros muchos que, como él, danzaron la melodía de aquella mentira tan hermosa, tan nefasta. Una mentira que les había atrapado en una jaula de enfermedad, dolor y muerte. ¿Por qué?, se preguntaba, ¿por qué me confié a aquellas palabras? ¿cómo las pude creer? ¡y fuimos todos nosotros!, ¡todos las creímos!, necios persiguiendo un destino por camino equivocado. ¡Oh!, Dios mío, y no comprendo, los hay aún que no han abierto los ojos. Y diciéndose adiós, se repitió una y otra vez: ¿cómo iba a ser posible llegar a las Indias por el Oeste? |
